Buscamos la paz pero hacemos la guerra. Nos manifestamos por la tranquilidad y actuamos ofensivamente. Es ésta nuestra dualidad de posiciones en donde no queremos ceder en lo que consideramos nuestro. Pero cómo sabemos si lo que peleamos en realidad nos corresponde, porque en ese sentido de pertenencia nos vamos hacia la batalla aún por lo que no es nuestro. Y culpamos a las altas esferas políticas por sus decisiones, cuando en nuestro microcosmos actuamos igual contra el vecino que pone un ladrillo medio centímetro del lado que consideramos propio. No hay porqué quejarse entonces. Así somos.
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