domingo, 30 de noviembre de 2008

Ganador


Más que en cualquier época de la historia se le ha dado tanto énfasis al triunfo como una característica necesaria e irrenunciable del ser humano. En etapas anteriores de la humanidad, el vencer era la obligación de personajes cumbre que más tarde se convertirían en héroes mientras que los demás no teníamos ningún otro compromiso que el rendir pleitesía a estas figuras. Hoy en día, el atributo del triunfador ha descendido a los niveles sociales comunes de tal forma que existe una presión que varía de cultura a cultura pero que finalmente exige a todos los individuos un grado de excelencia que muchas veces va más allá de las limitaciones físicas e intelectuales del ser humano promedio. Esto que no sería malo si sólo fuese observado como un medio de superación personal, en otras circunstancias se convierte en una pesada losa para quien, muchas veces bajo equivocados estándares, arrastra con la etiqueta de “perdedor”.
Debemos de ser cuidadosos en este aspecto, primero para identificar si nosotros mismos no estamos siendo presionados a obtener resultados más allá de nuestras posibilidades y por otro lado meditar sobre el hecho de si nosotros no hacemos lo propio con personas a nuestro alrededor. El no identificar y cambiar este tipo de actitudes propicia ambientes de frustración que inútilmente nos llevan a estados de desmotivación y afectan la estima de las personas. El verdadero triunfo se encuentra en identificar las posibilidades de cada individuo incluyendo la propia y aprovechar dicho potencial al máximo sin extralimitarse.

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